La mayor parte de las empresas son de origen familiar que con el tiempo tienden a transformarse en sociedades con inversionistas externos o particulares. A pesar de su origen muchos emprendedores no involucran a sus hijos o herederos en el manejo de la empresa, como tampoco consideran la posibilidad de verse impedido de trabajar, hasta que ya es demasiado tarde para pensar en cómo funcionará su empresa en su ausencia.
Por esto es muy común ver empresas cerradas a inversionistas externos, que han sido manejadas autoritariamente por su emprendedor gestor, sin involucrar a sus hijos en su manejo; cuando fallece el pionero también desaparece la empresa. En el mejor de los casos los herederos reciben la empresa pero como no cuentan con el conocimiento de la misma, la empresa no demora mucho tiempo para encontrar la quiebra o fracaso.