Es cierto que los negocios o empresas nuevas tienen un mayor riesgo de mantener su permanencia, que requieren de tiempo prudencial para lograr su punto de equilibrio y sostenimiento. Ocurre muchas veces que el emprendedor no sabe esperar y preciso en el momento que está a punto de germinar la semilla de la supervivencia, renuncian a la empresa poniéndola en venta y entregando todo su sacrificio y experiencia preliminar al comprador que se les aparezca.
Además por la falta de previsión no calculan ni evalúan el riesgo al que está sometida la actividad empresarial, por lo tanto toman la decisión de abandonar o de vender su idea de negocio porque no están dispuestos a tomar riesgos o temen al fracaso.
Esto le sucede a los emprendedores que asumen la actitud de los cuatro monos que no intentan subir al palo donde se encuentran las bananas sin saber por qué.
Todo lo que te he comentado suena lógico y no demanda ninguna explicación para entenderlo, pero ¿qué tienen que ver los monos con los negocios y el fracaso? Pues te comento que un experimento llevado a cabo con un grupo de monos, dio origen a una historia real de fracaso.
¿Te gustaría conocer esa historia y que tanto parecido puede tener con el comportamiento o la actitud emprendedora?
Se trata del experimento llevado a cabo por los profesores de comercio Gary Hamel y C. Prahalad que encontré en un artículo de renuevoplenitud.com que transcribo a continuación:
“Cuatro monos fueron puestos en un cuarto que tenía un gran palo en el centro. Suspendido de lo más alto del palo había un racimo de bananas.
Hambriento, uno de los monos empezó a subir por el palo para conseguir algo para comer, pero cuando estaba por alcanzar las bananas, se le lanzó un chorro de agua fría. Chillando, se bajó del palo y renunció a su intento de conseguir comida.
Los demás monos hicieron esfuerzos similares y cada uno fue bañado con agua fría. Después de varios intentos, finalmente se dieron por vencidos.
Entonces los investigadores sacaron del cuarto a uno de los monos y lo remplazaron por otro. En el momento en que el recién llegado empezó a subir por el palo, los otros tres lo agarraron y lo bajaron.
Después de haber intentado subir por el palo varias veces y de ser bajado por los otros, él finalmente se dio por vencido y no volvió a intentar subir al palo otra vez.
Los investigadores remplazaron a los tres monos originales, uno por uno, y cada vez ponían un mono nuevo, el que sería bajado del palo por los otros antes que pudiera llegar a las bananas.
Llegó el momento en que el cuarto estaba lleno de monos que nunca habían recibido una ducha de agua fría. Ninguno trató de subir por el palo, pero ninguno sabía por qué.
Desdichadamente, la gente que acostumbra fracasar es muy parecida a estos monos. Cometen el mismo error una vez tras otra, aunque nunca están seguros por qué. Y como resultado, nunca logran salir de lo que yo llamo la supercarretera del fracaso.
El viejo dicho tiene razón: Si usted siempre hace lo que siempre ha hecho, siempre va a obtener lo que siempre ha obtenido”.
Moraleja, no te des por vencido aunque el negocio se vea difícil. Insiste, persiste y no desistas.
NO DEJE QUE EL FRACASO HAGA UN MONO DE USTED
Ricardo Torres G.